Útero

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Benedek Fliegauf es un joven húngaro nacido en 1974. Quería ser escritor pero finalmente la vida le empujó hacia la narración cinematográfica. Primero trabajó en la tele hasta que naturalmente se lanzó a la aventura del cine. El celuloide le convirtió en la joven promesa de su país. Aunque para celuloide poco, puesto que Fliegauf utilizó desde sus comienzos los medios más baratos para contar sus oscuras y densas historias.

Según los críticos, su acercamiento se aproxima mucho al conocido movimiento dogma 95, quizá por su utilización de la cámara al hombro y sus énfasis fotográficos híper-realistas de quien no pretende edulcorar lo que está contando. Su crudeza a veces puede llegar a estimular la paranoia del espectador en busca de respuestas. Y su hábil cámara no llega a volverse totalmente subjetiva mientras hurga en la oscuridad.

Por otro lado, su utilización del sonido y de la música original genera ambientes casi oníricos y altamente preciosistas, los cuales sugieren más que enseñan y por ello logra mantenernos en vilo todo el tiempo. En este aspecto, dista altamente de las reglas reclamadas por dogma 95, puesto que para aquellos, tanto el sonido como la música son anatema si montados en post-producción.

Pero esta es solamente una de las varias apuestas experimentadas por este director que dicen ser un auténtico perfeccionista que controla todos los aspectos artísticos de sus películas, incluidas banda sonora y diseño visual.

En general sus propuestas son ásperas, adustas, y aunque logre en todas ellas cogerte del cogote para enseñarte realidades difíciles de aceptar, te dejas ir sin rechistar. No siempre es agradable porque la vida no lo es, pero esta es la magia del cine: Te permite vivir situaciones que de otra manera te negarías a contemplar. Lo cual lo hace un medio mucho más humano, porque no se deja consumir como al telediario desnaturalizado, cuando en su edición sólo busca el esperpento y el escándalo inmediato. En películas como las de este director se constata la densidad más allá de la atroz realidad, porque siempre hay historias que no se pueden contar si no nos sumergimos en ellas, si no nos permitimos lanzar una mirada -por dolorosa que pueda resultarnos- aunque sea por el rabillo del ojo, a su interior más oculto. Así podemos crecer y transformarnos en seres más complejos y sabios.

Al final siempre nos encontraremos con seres humanos como nosotros mismos y siempre habrá lazos que nos unan pese a la obvia distancia, la cual Fliegauf logra trasponer magistralmente. Aunque bien visto, la película que venimos a tratar aquí quizá no sea exactamente humana en el sentido al que nos referíamos. Al sentido de sus otras apuestas.

Cuando Benedek logró los mayores reconocimientos por sus primeras películas en Alemania y explicó que se sentía mucho más próximo al trabajo de su conterráneo Béla Tarr que al de Von Trier, también logró financiación para un proyecto más ambicioso. Sería un trabajo diferente a sus otros títulos, más minimalista aún por ser profundamente aséptico. Pero en buena verdad, realmente, quizá sea su trabajo más sucio.

La crítica dijo que no ahondaba suficientemente en el tema de la ingeniería genética que proponía, pero nosotros creemos que esa fue exactamente su grandeza. No pararse en menudencias como hacen la mayoría e ir al grano, o sea, más allá. Exactamente a dónde queremos ir.

Mientras tanto, llamó a Eva Green. Cómo no, ella le dijo que estaba encantada y se fue a rodar con él. Y salió esta gema -tan extraña y vaporosa, suavemente empañada y rematadamente posible- que es ‘Womb’ (2010).

Es una película fría porque casi toda ella es azul y blancuzca. Esos paisajes áridos, casi árticos con esas puestas de sol tan expuestas y tan quemadas, de lo blancas que son. Ese mar cercano pero en esa calma inhóspita -inquietante- que casi invita a patinar sobre su piel.

También es una película de ciencia-ficción y no sabemos en qué futuro podría transcurrir, pero apuntaríamos hacia dentro de diez años, veinte como mucho. Porque como decíamos, lo que cuenta es rematadamente posible.

La ética humana siempre deja mucho que desear porque raramente se aplica y por tanto, es tan posible como cualquier otra cosa que nos resultase imposible hace tan solo unos pocos de años.

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Ya de pequeños, el niño y la niña solían pasar el tiempo el uno con el otro al punto de considerarse inseparables. Eso pasaba siempre que ella iba a visitar a su abuelo que vivía en ese sitio tan remoto y tan vacio.

De miradas inocentes, se profesaban un profundo y mutuo amor hasta que un día ella tuvo que irse. Su mamá tenía trabajo en Tokio y la mudanza era inminente. Ella no podría volver con él hasta ya ser una mujer. Pero intacto, su amor recomenzaría exactamente dónde lo habían dejado. En realidad ninguno de los dos lo había dejado jamás.

Sin embargo, un accidente acabó con la vida del chico justo cuando por fin ella había vuelto a él. ¡La vida no es justa! Pero en el futuro, aquí, parece serlo un poquito más.

Ella pide el consentimiento a sus padres para exhumar el cuerpo de su amor y hacer una extracción de ADN. Él puede seguir viviendo.

En su útero se produce el milagro. Su amor sigue ahora dentro de ella. Ella le alimenta y le ayuda a crecer. Le hace las veces de madre y le quiere tanto como solo una madre puede querer a su propio hijo… pero ese amor no es lineal, aunque sea incondicional también.

Eva Green no entiende el odio -tácitamente admitido y alabado socialmente- que existe hacia los clones. Dicen que huelen a limpia cristales. Y nadie ‘normal’ se juntaría con ellos. Por eso, sin contarle nada al niño, se apartan, se retiran. Se van a vivir a ese sitio que parece sacado de otro planeta. Un delirio idílico que podría trasparecerse hasta revelar otro posible ‘Solaris’ (1972) de Tarkovsky.

Pero no podemos seguir contando la historia que seguramente perderá frescura ya con esta extensa descripción. Suficiente es suficiente.

A Eva Green la conocimos en ‘Soñadores’ (2003) de Bernardo Bertolucci y ya nos dejó prendados. Su carrera está compuesta por títulos muy dispares y algunos bastante desconocidos. Otros muy famosos pero que no aportaron demasiado a su favor. Por eso, no fue hasta ver a esta multifacética y feroz intérprete en la ya mítica -Penny Dreadful (2014-2016)- que nos pusimos directamente a sus pies.

Eva tiene una cantidad de registros que sorprende pero es que además transmite lo más profundo de forma completamente desgarradora. Su capacidad de contención es de sus más originales desafíos, porque nos transporta a dónde ella quiere sin que tan siquiera demos cuenta que ya estamos al otro lado… pero admitámoslo ¿qué pueden decir dos fans incondicionales?

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Él es Matt Smith, cuyas extrañas facciones nos ayudan a situarnos y a comprender la posibilidad de un futuro que a veces solo logramos visualizar a través de peculiares distorsiones, ensoñaciones propias de nuestro inconsciente colectivo aún a medio dibujar.

Referenciamos el reciente trabajo del actor como consorte de la reina Isabel II en la nueva serie de Netflix, ‘La corona’ (2016- ). Un magnífico retrato de la actual monarquía británica, creado por un humanamente acertado Stephen Daldry, en el cual Matt hace las veces de Felipe de Edimburgo. Larga vida a la serie, ‘la corona’, y que cumpla todas las temporadas hasta más allá de la época actual… queremos ver cómo crecen esos niños, como se casan y también cómo terminan asesinando a Lady Di. Queremos verlo todo de la mano de Daldry, quien todo lo que toca convierte en oro. Pero volviendo…

‘Útero’ no es una película entretenida, es una película que te pone a prueba. Qué te pregunta si en el futuro podrías -hipotéticamente- considerar dejar de ser humano para convertirte ¿en qué?

Cuando la ciencia alcanza estas cúspides que a día de hoy ya ni nos sorprenden ni nada, otro posible ser podrá estar a punto de cruzar la barrera de lo limpio, de lo decente, de lo ético. Porque una vez más, tendremos que volver a revisar qué es lo ético para nosotros mismos, en nuestro más íntimo…

¿Tal vez el amor?

 


2 respuestas a “Útero

  1. Entre la ciencia, la ficción, y la ética. Un relato que cuestiona la idea de la procreación un paso más allá y los límites morales , individuales y sociales.
    Me encanta que escojáis películas que dicen y sugieren tanto, con tan poquito diálogo, y sin “the end”, más bien, el “see you soon”.
    Amo la ciencia ficción , por los interrogantes que nos plantea, como bien decís.
    La realidad paralela que nos dáis a conocer esta vez, me ha sobrecogido. Quizás xq es un momento tb en mi vida que tengo muy presente. La concepción: por qué? Cómo? Y Cuándo?. Las motivaciones, como podemos observar, en este caso, son múltiples. El amor nos afecta determinantemente. Discutible o no, aportamos al mundo con cada nacimiento. Y lo aportamos en forma de amor. Lo recibimos, lo agradecemos, y lo devolvemos de nuevo aportando a un ser vivo, que está lleno del amor de este mundo y que queremos que se nutra y se fusione de él. No sé si me explico…es complicado. Y tomar una decisión así, también lo es.
    Y si esto es complicado, añade otro factor que se sale de nuestra “naturalidad”, la clonación humana. Otra manera de concebir? Es evolución?. La ciencia siempre irá antes que la ética y está a años luz de esta. Esto es así. Día tras día se descubren cosas nuevas, pero nuestra aceptación individual es lenta, por no hablar en el conjunto social, cuando la moral se junta con los interes preestablecidos en el sistema politico, económico y cultural…Largo y tedioso punto, que menos mal que en esta peli no se toca, y solo se centra en las individualidades, y sus perspectivas de cómo afrontarlo. Y además, es lo que nos interesa, xq al fin y al cabo, somos nosotros quienes lo vamos a vivir.
    Nos muestra a los retrógrados “naturales” que desprecian este hecho. Aunque sea una oportunidad para muchos que quieran concebir, no lo aceptan. Los recuerdos son recuerdos, lo que pervive dentro de nosotros, y el cuerpo es lo que perece. Pero qué ocurre cuando te han arrebatado a un ser querido tan bruscamente?????? Y se te otorga una posibilidad….
    Rebecca, para mí es una heroína. Es valiente, toma una decisión muy difícil y arriesgada. Lo hace con amor, concediendo otra vez amor, no con egoísmo! Sí que se lo piensa. Intensa en todo el metraje (divina Eva Green con su profunda mirada), no deja de estar consciente contenidamente, matématicamente, fríamente. Y sí, quizás su pretensión última fuera volver a vivir aquel idilio, que le fue tan abruptamente arrebatado y por lo que encima luchó desde su infancia. Estaban destinados, como la “leyenda del hilo rojo”, que nos une más allá de la distancia. Por eso Edipo, el incesto, y otras diversidades de relaciones aparecen en esta película. Es impepinable. Pero está justificado, no han salido como consecuencia, tenía que pasar. Lo tenía claro: podía pasar o no, pero su deseo era muy fuerte. Ni siquiera tira el ordenador de su amado (jajaja que aún sigue con la batería a tope de power cuando lo enciende el hijo). Ella tarde o temprano se lo iba a contar, aún sabiendo tb que podía “perderlo”. A ver…nota que aunque su hijo fisicamente es igual, las decisiones que está tomando no son iguales que las ella conoció en el antiguo ser…El individuo que se ha formado no es el mismo que el que ella conoció. Un puntazo que cuestiona la clonación. Seremos calcamonías??? (Véase el fotograma de la antigua madre encontrándose con aquel hijo y Rebecca en lágrimas empatizando con aquella)
    El problema que se deriva deviene de nosotros, los creadores, no de lo creado. Qué ocurrirá si es igual que antes? Me recordará, me reconocerá? O soy yo el de los recuerdos que quiere que también se reencarnen?. Puede que el nuevo ser, sea totalmente ajeno, y a la vez fruto de tí, como recipiente de tu educación, y la cultura social adquirida?. Y el nuevo ser? Cuando se entere, pensará que no es realmente humano, y se cuestionará qué es él y xq está allí,?si es diferente, no es íntegramente nuevo, solo el interior y no la forma? Quién es su Dios ahora? Es el egoísmo o el amor la base de esta ciencia? Para qué la destinamos? He ahí donde radica toda nuestra responsabilidad como creadores.
    Para mí, la verdad, me sugiere más una carta de despedida, escrita con todo el amor del mundo. Madre e hijo, se tendrán que despedir en algún momento (como pasa en la vida real), y qué mejor de esta manera. Creo que es una entrega de amor la que le hace el hijo a su madre, a parte de su despedida, porque él sabe en definitiva, que ni siente lo mismo, ni es la persona que un día conoció su madre.
    Y es que de verdad, hay tanto amor en todas las acciones! el cuidarse los unos a los otros con tanta entrega…Quizás parezca desmedido, o enfermizo..pero es que este niño tb corre un gran peligro de desprecio en el contexto social, y su madre otra vez es consciente de ello. Cuando sea mayor, ya se lo contará…tan niño no es el momento, ni el suyo. No queremos ni que sufra ni perderlo, noooooooooo. Mejor que crezca con amor, no?
    No he hablado de estética. Es que no tengo nada que decir, porque no hay palabras para definir “contención” con imágenes. Y todo el film está cargado de esta atmósfera. Increíble!!!!!!!!! Digna de aplausos. El color uniforme ceniciento, el ritmo pausado, el horizonte infinito, el agua de la fertilidad. El paso del tiempo es apenas plausible, y son muchos años los que cuenta. Sutil.
    El final es ambiguo y sugerente, fantástico, con esa luz que se enciende en la habitación de esa casa, dentro de un vasto paisaje plomizo…Hay luz dentro de la oscuridad??? Es nuestro faro vigía???
    Una joyita que ha removido mi interior. Y una profunda reflexión de la vida misma. Gracias!!!

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